¿Ya llegamos a la India?

Finalmente llegué a Berlín. Los dos vuelos estuvieron muy bien, el avión ni se movió (salvo por el segundo aterrizaje medio brusco -con gente gritando!-) y me tocaron compañeros de asiento relativamente decentes. El viaje se me hizo eterno, sumado a que dormí muy poco y la escala en París fue un poco tediosa; el vuelo salió una hora mas tarde (pero sólo llegó 15 minutos tarde a Berlín, el piloto fue pisteando como un campeón).

Charles de Gaulle Airport


Cuando llegamos a París, estaba garuando. El aeropuerto de Charles de Gaulle me pareció precioso, los franceses súper cordiales, tratando de hablarme en ingles e incluso en español por mas que yo les dedique mi practicadísimo BONSHUR. Además, todo perfectamente señalizado, pero por hacer todo tan rápido, estaba convencida de que estaba haciendo las cosas mal. Por suerte no fue así.
Me tuve que tomar un subte/tren para ir de una terminal a la otra y no fue hasta el último momento que tuve que pasar por migraciones, estaba convencida de que me lo pasé de largo en algún otro momento o algo similar.

Con todos mis bártulos a cuestas y sin un solo centavo encima porque estoy DEMENTE, ni siquiera frené a ver algún free shop porque hubiera sido una tortura. Me limité a buscar mi puerta de embarque, tirarme de palomita en un asiento y conectarme al Wi-Fi gratuito que tienen ahí, sólo hay que darle refresh cada 20 minutos, así que parece bastante ilimitado (yo estuve mas de una hora ahí y jamás me faltó, solo se cortaba y volvía).
Aproveché para avisarle a todo el mundo que llegué bien al menos hasta Francia, lo que aparentemente no era una preocupación para nadie de mi familia; nunca respondieron un mensaje!

Ya en el vuelo París-Berlín me sentí mucho mas ¿tranquila? Antes no estaba preocupada eh! Pero este segundo vuelo es tan cortito que sentí que era mas rápido que ir desde Plaza Constitución hasta mi casa.
Nos ofrecieron bebidas y unos sandwich de queso o de pescado, que resultó ser de atún con algo que lo dejaba cremoso, la gloria misma. Pero la verdadera travesía gastronómica empezó en el desayuno antes de llegar a Francia, donde nos dieron yogur, medialunas, café, jugo de naranja, frutas y un algo que parecía ser un soufflé de huevo con hierbas y un pedazo de panceta, el cual devoré. Mi cerebro no estaba entendiendo la mezcla de sabores, pero mi estómago estaba feliz.

Llegamos al aeropuerto de Berlín-Tegel a las 2 y algo de la tarde y apenas salí a la escalera que ponen para que bajes a la pista y el colectivo te conduzca 20 metros a la terminal, sentí EL FRÍO. Como buena fanática del verano que soy, sabía que la iba a pasar mal, y ya me había emponchado antes de salir, pero había dos argentinas más, madre e hija, que estaban muriendo en sus remeritas de manga larga y pashminas al cuello.
Ya yendo a la cinta para buscar mi valija, lo vi a Nahuel del otro lado de la puerta; listo, una preocupación menos. Ahora sólo queda rezar porque mi valija hubiera llegado y no estuviera dando vueltas en una cinta transportadora de Kuala Lumpur o algo así. Por suerte, atravesó el mundo igual que yo.
Ya con la valija en mano y con Nahuel, salimos del aeropuerto y en su momento de la emoción ni lo noté, pero ahora mientras escribo me doy cuenta de lo minúsculo que era el lugar y lo poco que tuvimos que caminar desde las cintas con las valijas hasta la puerta de salida y desde la salida al colectivo. Se sintió chiquitísimo el aeropuerto!
Hicimos combinación colectivo + tren para llegar a la que es nuestra casa durante un mes y en todo ese trayecto me sorprendí de la poca (nada) de pelota que le dieron a mi pelo fucsia, es más, había mas gente con pelos locos y cada uno siendo feliz viviendo su vida sin ser juzgados por desconocidos como pasa en Argentina. Además, parece que es como una falta de respeto quedarse mirando a la gente incluso (ampliaremos).
Mientras viajábamos noté que no había edificios en toda la ciudad. Salvo los grandes hoteles, el resto no pasa de los 4 pisos! Parece una ciudad del conurbano pero gigante.

Berliner Fernsehturm

Luego de llegar a casa y hacer las compras, nos fuimos directo a Mitte (el centro) para ver la torre de televisión y caminar cerca de Alexanderplatz.
Ya haciéndose de noche, noté la poca iluminación de todo lo que es el centro o los edificios, iglesias y museos que directamente tienen una iluminación. No es como en Buenos Aires que la casa de gobierno parece un telo rosado con luces de neón. Acá ahorran mucho en electricidad y las noches no son un escándalo de luminarias; lo justo y necesario para caminar y viajar. ¿Ven que es re pueblo?
Ya pasaron 4 días desde que llegué y sólo me puedo quejar del frío nunca antes visto en Buenos Aires (por mas que acá estemos en primavera) y de todos los negocios habidos y por haber que no abren los domingos. Estaba por quejarme de la falta de ascensores, pero un poco de estado físico no me vendría mal.

2 comentarios:

  1. Uy y si tuviste tanto frio en abril, preparate para enero-febrero, igual te vas a acostumbrar, la clave es la ropa térmica. Te recomiendo darte una vuelta por HUMANA, queda en Alexanderplatz, mucha ropa a excelente precio, siempre que fui a Berlin pasé por ahí a comprarle gorritos abrigados y bufandas (tienen BOCHA).

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    1. Por suerte ya empezó la primavera y el clima es mucho mas aceptable, tengo un año para tratar de afrontar lo que se viene!

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Una de mis teorías conspirativas menos elaboradas,
es la de que mi lugar en el mundo es Nueva Zelanda,
porque su planta nacional es el helecho (en inglés, FERN)
y yo soy FERNANDA.

— Coincidence? I think not.